Hermanos, bendecido día bajo la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, que la Paz del Señor este con cada uno de ustedes. Semana para reflexionar sobre la preeminencia del amor, pero empecemos diciendo que el amor es esencialmente un sentimiento o emoción que puede ser pasajero o duradero, puede ser expresado de muchas formas y en distintos tipos de relación. Que dice la palabra de Dios en (1Corintios 13): Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
En el nuevo testamento nos hablan del amor ágape, el cual es representado por el amor de Dios por la humanidad. Un amor sacrificial, la provisión del Señor por nuestras rebeliones. El amor de la humanidad es por lo general condicional, basado en un interés o como otras personas se comportan hacia nosotros. Vivimos en un mundo en donde impera el odio, el rencor, la avaricia, el orgullo, en donde se aborrecen los unos con los otros. En donde es fácil hacer enemigos que amigos, en donde odiar es más fácil que amar. Y no deberíamos vivir bajo estos preceptos porque el Señor nos enseña que el amor debe ser sin fingimiento, debemos aborrecer lo malo y seguir lo bueno. Jesucristo nos enseña que el amor está por encima de todo y está antes que todo, que nuestras acciones deben manifestarse siempre con amor, debemos preocuparnos para que nuestra relación con el Padre sea más fuerte cada día, esto lo logramos a través de la oración sin cesar. Escrito está: Amaos unos a otros como yo os he amado.
Jesús nos amó hasta el fin, se humilló como esclavo, sacrificó su voluntad para hacer la voluntad de Dios. Dejó todas sus comodidades para servir al mundo, para enseñarnos con su ejemplo, que si podemos llevar una vida limpia en santidad con nuestro Padre. Sabes, cuando amas de verdad, eres capaz de darlo todo, sin importar lo que cueste, aun a costa de tu vida. El amor procura el bien del otro, todo lo puede y perdona porque no tiene límite. La palabra ágape es el patrón del amor de Jehová, es el deseo voluntario, gozoso de dar bienestar a los demás encima del nuestro, es la decisión de hacer algo independiente del atractivo de la otra persona, no funciona conforme a lo que podría recibir de una persona, sino lo que puede hacer por él.
Dios nos amó aun cuando éramos sus enemigos, rechazábamos sus palabras y despreciábamos todo trato con ÉL. Este es el mejor ejemplo de vida que deberíamos mostrarle a los demás para ser reconocidos como discípulos y seguidores de Cristo Jesús. El amor hacia el Señor debe ser nuestra prioridad porque nadie puede establecer otro fundamento que el que fue establecido por Jehová a través de su Hijo Amado. Cuando el amor del Padre está en ti, harás lo imposible para que la voluntad de Dios se cumpla en aquellos que amas y en todos los hijos de nuestro Creador, no buscamos la aprobación, sino su bien.
Hermano, Ama para ser amado, perdona para ser perdonado, el amor de Dios es puro, sincero, nunca cambia y si te arrepientes de corazón y no pecas más ÉL te recibe en sus brazos y redime tus pecados. Amor: sentimiento que experimenta el hombre por otra persona, es expresado no solo con palabras sino con hechos, no se deja llevar por las emociones porque tomaríamos decisiones aceleradas. El escudriñar la palabra de Dios es esencial para conocerlo mejor, a su vez te enseña que podemos ser mejores personas, ser luz de esperanza y que podemos bendecir para ser bendecidos. El amor es fuente de poder en nuestras vidas. El apóstol Pablo así lo dijo: Sin amor nada importa, no importa que tengas muchos dones, que seas ejemplo para los demás, pero sino lo hacemos con amor de nada sirve, nuestra conciencia debe estar libre de culpa, tener un corazón limpio y libre de malos pensamientos.
Si amas a Dios empieza por amar a tus semejantes, porque ¿cómo puedes amar a Jehová que nunca lo has visto sino amas a tu hermano que si lo has podido ver?, recuerda que tenemos este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano. Los seres humanos somos muy volubles, hoy amamos, mañana no, queremos que todas las cosas sean hechas como nosotros pensamos y nos incomodamos cuando alguien piensa de manera distinta a nosotros, con esto damos prueba de lo egoístas que somos porque pensamos solo en nuestra felicidad que en el amor del prójimo y buscamos nuestro propio bienestar. Cuando el amor de Dios está en ti, muchas personas te buscarán, te pedirán un buen consejo y querrán que ores por ellos, todo porque la bondad, compasión de tu corazón permiten que te vean como instrumento verdadero del Señor para ayudar a los demás.
EL ÁNGEL DE JEHOVÁ LOS CUIDE SIEMPRE
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