Queridos hermanos, bendecido día bajo la protección de nuestro Amado Creador, quiero que prestes mucha atención a esta enseñanza y a lo que Dios te quiere enseñar hoy: "Si tu hermano peca, repréndelo; y, si se arrepiente, perdónalo. Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte “Me arrepiento”, perdónalo.
Nuestro Padre Eterno nos da una lección de vida, nos enseña que debemos ser misericordiosos con todo aquel que peca contra nosotros, que no somos perfectos, que como seres humanos, podemos tener algunos tropiezos, errores, pero lo importante es arrepentirse y no volver a caer en el mismo pecado. No permitas que más fuerte sean los deseos de la carne, al límite que te domine, te ciegue y te lleve hacia caminos de perdición. Hay algo profundo que Dios quiere enseñarte hoy, y es que el amor todo lo perdona, todo lo puede, por amor Dios entregó a su único Hijo para darnos el galardón de la vida eterna. Y entonces, Porqué no perdonar aquel que nos maldice o hace daño? Ser hijo de Dios, significa que empiezas a desarrollar el carácter de Cristo Jesús, empiezas a tener las cualidades de un Dios que a pesar de que muchas veces pecamos contra ÉL, nos perdona, una y otra vez, sin importar lo que hayamos hecho. Si de verdad entendieran lo frágil que puede ser la vida y lo corto que puede llegar hacer nuestra estadía aquí en la tierra, tal vez no se la pasarían haciéndose mal entre si, ni se la pasarían en contienda los unos contra los otros, sino por el contrario vivirían en paz como lo mando el Señor nuestro Dios del universo. Me llama mucho la atención que cuando sentimos que la vida se nos va de las manos, llega una tristeza profunda a nuestro corazón, vemos pasar todo lo que vivimos en tan solo minutos, algunos se arrepienten y claman a Jehová para que escriba su nombre en el libro de la vida, mientras otros que nunca creyeron en nada, ni en nadie, se llenan de rabia porque al final de su existencia entienden que parten de este mundo con un vacío al no encontrarle nunca sentido a la vida. Se pierden de sentir el amor puro, sincero y real de nuestro Señor Jesucristo porque nunca desarrollaron esa habilidad de perdonar sino que cultivaron el orgullo, la envidia en sus vidas. (Efesios 4:32)
Cierto día Pedro, acercándose a nuestro señor Jesucristo le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?, pero Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.(Mateo 18:21-22).
Jesucristo hace claridad frente al perdón, nos dice el que perdona la ofensa cultiva el amor; sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. Nos enseña que no debemos juzgar para no ser juzgados, ni condenemos para no ser condenados, pero lo mas importante y escrito esta es que perdonemos para ser perdonados.
Los tropiezos son inevitables, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino atada al cuello que servir de tropiezo a uno solo de estos pequeños. Así que, ¡cuídense!
Sabes algo querido hijo de Dios:
Yo creo en milagros, creo que puedes ser sanado
Con mi boca lo declaro, tu milagro viene pronto.
Créelo, en el nombre del Señor Jesucristo. Amén
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